Nos acercamos a la fecha más memorable para la Orden de la Merced en que la historia señala detalladamente que “Tras quince años de admirable misericordia de redimir cristianos cautivos, Pedro Nolasco y sus amigos, veían con preocupación que día a día los cautivos, no sólo no disminuían, sino que su número se acrecentaba desmesuradamente. El líder animoso, de fuerte personalidad, de ideas claras, de fe robusta, de sólida y equilibrada devoción a Cristo y a su Madre, de corazón misericordioso, de serena y decidida confianza en Dios, no se sintió agobiado ante la magnitud de la misión iniciada y su pequeñez personal. Buscó en su fervorosa oración la inspiración divina para poder continuar la obra de Dios iniciada por él.
Y, en este punto y circunstancia, la noche del 1 al 2 de agosto de 1218, ocurrió la intervención especial de la Virgen María en la vida de Pedro Nolasco; una experiencia personal mariana sorprendente, que iluminó su inteligencia y movió su voluntad para que convirtiera su grupo de laicos redentores en una Orden Religiosa Redentora que, con la aprobación de la Iglesia y la protección y amparo del rey de Aragón, continuara la gran obra de misericordia comenzada”.
“Nosotros mercedarios, dice Fr. Antonio Rubino, sabemos que la manera con la cual se manifestó esta divina inspiración (se refiere a la visión de San Pedro Nolasco que tuvo del 1 al 2 de Agosto de 1218 en que la Virgen, ordena en nombre de su Hijo, fundar una Orden) fue mediante la Virgen María único modo de poder explicar el ambiente mariano en el cual la Orden siempre ha vivido”.
El marianismo de la Orden está a la raíz de los orígenes de ella, sin embargo, la documentación escrita es posterior. Los primeros compañeros del Fundador supieron de éste, que María había intervenido de modo directo y eficaz en la Fundación de la Orden de la Merced. Los antiguos cofrades, presentes ya a partir de 1219, o sea un año de fundada la Orden, recibían el hábito de Santa María con esta fórmula: “He aquí el hábito de Santa María”.
Durante todo el siglo XIV la Orden lleva este título: “Orden de Santa María de la Merced de los cautivos, según la Regla de San Agustín”. En el siglo XV el título definitivo es: “Orden de la Bienaventurada Virgen María de la Merced de la Redención de Cautivos”.