Nueva tendencia en la enseñanza y
el aprendizaje, que se está conociendo y extendiéndose cada vez más en los
profesores: The flipped classroom (La clase inversa). Es un modelo pedagógico
que transfiere el trabajo de determinado procesos de aprendizaje que
habitualmente se producen en el aula, se saca del aula y se utiliza el tiempo
de clase para realmente explotar al máximo el proceso de aprendizaje del alumno.
Las tareas más sencillas de recordar, comprender y aplicar se realizan
previamente en casa. Supone que el alumno se prepare leyendo materia o viendo vídeos previo a la clase formal con sus compañeros y profesores. En clase, y con ayuda del profesor, se profundiza en
tareas más complejas, como analizar lo aprendido, evaluar o crear nuevos
elementos a partir de lo descubierto previamente.
Así,
el docente pase del rol de expositor, poseedor de los conocimientos, a mediador,
habilitador, para que los alumnos profundicen en lo que han descubierto, a un
ritmo más personalizado y apoyándose en los focos de interés de cada uno. Dicho
de otra manera es aplicar el sentido común a lo que es la educación en el siglo
XXI. Es dejar de hacer cosas que las máquinas pueden hacer con nosotros para
que el papel del profesor sea tan relevante y la actividad del alumno sea más
rica.
¿Estamos educando así?