UN HOMBRE APASIONADO POR CRISTO
Pedro Nolasco se dejó seducir por Cristo en el
deber de jugarse por el hermano más débil, el más pobre, el oprimido y
sufriente. Fue así que al ver el sufrimiento en los cristianos, decidió valientemente
emprender una hermosa y gran tarea que fue el servicio de la redención a estas
personas que se encontraban cautivos por su fe.
Nuestra Madre la Virgen de la
Merced con su maternal cariño a Pedro Nolasco lo inspiró a continuar esta gran
obra en el tiempo fundando la Orden de la Merced.
Hoy, nosotros somos, el Pedro Nolasco de este
tiempo imitándolo en el amor apasionado a Cristo, poniendo el servicio redentor
en los más pobres de los pobres, los cautivos. Brindemos esperanza activa y
fecunda de libertad al cautivo, al desesperanzado, como fue la entrega del
fundador en el amor y misericordia al prójimo.