La semana pasada el Senado aprobó en general el proyecto que prohíbe el envío de tareas escolares para la casa a los colegios que reciban una subvención del Estado.
Estoy convencido de que regular una práctica pedagógica por ley implica una falta de respeto a la autonomía profesional de los docentes. A nadie se le ocurriría regular la cantidad de remedios que recetan los doctores, o la cantidad de escritos que pueden presentar los abogados en un tribunal.
El papel de las tareas escolares en la experiencia de aprendizaje no tendría por qué ser materia de ley, ya que corresponde a una discusión pedagógica que debe ocurrir dentro del sistema educativo y particularmente al interior de las escuelas. Lo que Chile necesita es confiar en sus profesores y abrir una reflexión de cuándo, cómo y cuántas tareas son razonables desde el punto de vista del aprendizaje. Ese debate es importante y necesario, ya que apunta a lo esencial: cómo proveemos a los estudiantes de experiencias educativas interesantes dentro y fuera de la escuela.
El agobio escolar de los estudiantes y los docentes es real y preocupante, aunque parece difícil encontrar evidencia de que todos los problemas de los estudiantes podrían resolverse al prohibir las tareas por ley. Es cierto que la tareas se han vuelto una rutina poco entusiasmante y de bajo efecto en los aprendizajes. Los estudios internacionales indican que las tareas escolares pueden ser efectivas o no para apoyar los aprendizajes, dependiendo de la frecuencia, intensidad, edad y modalidad. Hay formas de trabajar con las tareas que ayudan y otras que no: esa debiera ser la real discusión.
Eugenio Severin
Director ejecutivo Tu clase, tu país
Fuente: La Tercera