Si un problema no es un ejercicio de aula, entonces ¿qué es? Conoce aquí alguna claves que te ayudarán a mejorar el diseño de tus desafíos.
El matemático húngaro George Polya dijo una vez que era “mejor resolver un problema de cinco formas distintas a resolver cinco problemas de una sola manera”. Es decir, buscar cinco estrategias distintas es mejor que utilizar sólo una, que probablemente sea ya conocida y que, además, no involucre usar la creatividad.
Esta cita cobra especial relevancia estos días, en que la resolución de problemas está incluida en pruebas internacionales como PISA y desde los currículos actuales se releva la importancia de enseñarles a los alumnos a aprender a resolver problemas para poder enfrentar los desafíos del siglo XXI.
Sin ir más lejos, en Chile las bases curriculares las consideran como una de las cuatro habilidades a desarrollar en matemática en la enseñanza básica y media, junto con argumentar y comunicar, modelar y representar.
Pero, ¿qué es la resolución de problemas y cuál es su importancia?
Es un proceso fundamental del aprendizaje mediante el cual los estudiantes usan los conocimientos que ya tienen para descubrir lo que no saben, a través de la generación de hipótesis y de establecer conexiones entre distintos elementos. Implica tres funciones básicas – búsqueda de información, generación de nuevos conocimientos y toma de decisiones-, que permiten a los estudiantes a progresar en su autonomía a través de la creatividad, de ser críticos y de comprender las informaciones que reciben.
No solamente está asociada al plano matemático, sino a un cúmulo más integral de conocimientos, y se relaciona con lo que se enseña en cada uno de ellos. De esta forma, puede ayudar establecer puentes entre los conocimientos informales del alumno, que usa en distintos contextos, y los formales de cada disciplina.
CONDICIONES PARA EL DISEÑO DE PROBLEMAS
José Cifuentes, profesor de Matemáticas, Informática y asesor educativo de Comunidad InGenio, señala que la resolución de problemas es una habilidad que se necesita en la sociedad actual. “Permanentemente estamos resolviendo problemas, no solamente matemáticos. Si llegas a tu casa y no tienes luz, tienes que resolverlo, por dar un ejemplo mundano”, señala.
Para él, a nivel cognitivo, la resolución de un problema está a un nivel superior a lo que significa resolver un ejercicio de cllase. Y ahí radica uno de los principales problemas que tienen los profesores de matemática, quienes normalmente enseñan a sus estudiantes sólo a resolver estos últimos. “Cuando resolvemos un ejercicio, tendemos a utilizar herramientas que conocemos en un contexto en el cual las vamos a aplicar de la misma forma en que fueron aprendidas”, comenta.
Pero cómo pueden los profesores plantear problemas que aporten al aprendizaje significativo de sus alumnos?, ¿cómo se construye un buen problema? Según Cifuentes, la primera condición es que tiene que ser un desafío. Y para serlo, no puede responderse inmediatamente:
“Los problemas adecuados son los que proporcionan oportunidades de aprendizaje real. Es allí donde la resolución de problemas se relaciona con la formulación de estrategias: los alumnos tienen que ser capaces de abordar la situación, de llevarla a un contexto, utilizar herramientas, modelar, formular propuestas para la resolución. Y si no se resuelve, deben volver a realizar este proceso”.
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