MARÍA
DE LA MERCED, MISERICORDIA REDENTORA
Una de las manifestaciones de la función
materna de María encuentra en la fundación de la Orden de la Merced su plena
confirmación. Hay hombres privados de libertad y sometidos a la penosa realidad
de no poder disponer libremente de sus personas. Los cautivos están en manos de
otros que los dominan y oprimen. Los cautivos no son dueños de sí mismos, están
soportando una de las pobrezas más hondas como es la falta de libertad. Tal
situación tiene como causa el ser creyentes en Cristo. Se pretende que
renieguen de su fe a través del sometimiento y malos tratos.
María es invocada como “consuelo de
afligidos”, como la que mira “a los que están en este valle de lágrimas”, como
la “madre misericordiosa”. Pedro Nolasco pone en sus manos esta penosa realidad
de los cautivos. Busca la forma de ofrecer libertad; solo no puede hacer mucho,
casi nada. Es necesario volver la mirada al Cielo e implorar día y noche hasta
que se haga la luz de un nuevo amanecer para esa humanidad sufriente. Quizá
hubo desaliento y ganas de abandonar la empresa. Pero ya no podía. El amor
había encendido el fuego de redención. María lo ha mantenido en esta vigilia de
esperanza y desconsuelo. Ella está ahí con Nolasco pensando lo mismo: hay que
ofrecer libertad a quienes no la tienen.
Y con María, el caballero Nolasco inicia
la tarea de recatar y visitar cautivos. La “merced” equivale a misericordia,
adquiere el rasgo de la compasión del Buen Samaritano del evangelio. Los hechos
de los cautiverios están ahí y seguirán estando a lo largo de la historia
humana como un fiel reflejo que todavía no hemos comprendido la esencia misma
de la redención cristiana.
Es tal simbiosis entre María y “merced”
que Nolasco no trepida en “bautizar” a la Reina del Cielo con un nuevo título. La
llamará como su obra: María de la Merced, que es igual a decir María de la
Libertad, María de la Misericordia. Desde los orígenes la obra nolasquina será
identificada como “obra mercedaria”, porque María está profundamente
involucrada. Y con este título nuevo, Nolasco y los mercedarios han ofrecido al
pueblo de Dios una nueva gracia de María a favor de los hombres oprimidos.
Fuente: Agenda Estudiante Mercedario 2000