Detrás de todo niño con un problema de aprendizaje, es posible encontrar el miedo de aprender y una actitud defensiva y de rechazo que hace muy difícil la apertura a la experiencia y la disposición para descubrir y asimilar lo que se quiere enseñar.
Sergio Bomaire, autor francés, plantea en su libro "El niño y el miedo de aprender" que el camino para ayudar a los niños con severas dificultades de aprendizaje, especialmente de lectura para acceder a la dimensión simbólica, es restaurar lo que llama "función imaginante".
Él relata que la única forma con la que logró atraer la atención de los niños fue a través de la lectura de cuentos, usando textos tomados de la mitología griega y de Julio Verne. Sus alumnos -en su mayoría hombres- eran muy desafiantes con la autoridad y con el proceso de establecer vínculos, lo cual exigía del profesor una búsqueda constante de nuevas estrategias para enseñar.
Señala textualmente: "La mayoría de las veces son los varones los más reacios al aprendizaje de la lectura; son niños a quienes no les gusta demasiado la escuela, pero la escuela tampoco gusta demasiado de ellos, pues se oponen a los adultos, son violentos, no respetan las reglas...
Especialmente interesante es el capítulo titulado "El niño no lector y el poder afectivo de las palabras". Cuando leía el texto, que es complejo, me recordé de la experiencia de un niño de segundo grado que no lograba aprender a leer, sin pasar a la segunda hoja del silabario, que partía con la palabra papá. El niño, que no sabía quién era su padre, desarrolló un severo bloqueo para leer. Entonces decidimos dar de baja el silabario y partir con la letra "m" de mamá. Ella era su figura de apego y allí pudo comenzar a codificar y aventurarse en el mundo de la lectura, partiendo desde un puerto seguro.
Sacar a este niño de un tema que le resultaba perturbador de su pensamiento, como dice Bomaire, le liberó energía para penetrar en el mundo de la lectura.
¿A dónde llevan la imaginación de un niño los diferentes estímulos? Esta es una pregunta que nos puede llevar a cambiar la forma de enseñar, para que a los niños les resulte más fácil y motivante aprender. Si los estímulos y la actitud de quien enseña es vinculante y le da seguridad al niño, el camino se hará menos difícil.
"¿A dónde llevan la imaginación de un niño los diferentes estímulos? Esta pregunta puede llevar a cambiar la forma de enseñar".
Sergio Bomaire, autor francés, plantea en su libro "El niño y el miedo de aprender" que el camino para ayudar a los niños con severas dificultades de aprendizaje, especialmente de lectura para acceder a la dimensión simbólica, es restaurar lo que llama "función imaginante".
Él relata que la única forma con la que logró atraer la atención de los niños fue a través de la lectura de cuentos, usando textos tomados de la mitología griega y de Julio Verne. Sus alumnos -en su mayoría hombres- eran muy desafiantes con la autoridad y con el proceso de establecer vínculos, lo cual exigía del profesor una búsqueda constante de nuevas estrategias para enseñar.
Señala textualmente: "La mayoría de las veces son los varones los más reacios al aprendizaje de la lectura; son niños a quienes no les gusta demasiado la escuela, pero la escuela tampoco gusta demasiado de ellos, pues se oponen a los adultos, son violentos, no respetan las reglas...
Especialmente interesante es el capítulo titulado "El niño no lector y el poder afectivo de las palabras". Cuando leía el texto, que es complejo, me recordé de la experiencia de un niño de segundo grado que no lograba aprender a leer, sin pasar a la segunda hoja del silabario, que partía con la palabra papá. El niño, que no sabía quién era su padre, desarrolló un severo bloqueo para leer. Entonces decidimos dar de baja el silabario y partir con la letra "m" de mamá. Ella era su figura de apego y allí pudo comenzar a codificar y aventurarse en el mundo de la lectura, partiendo desde un puerto seguro.
Sacar a este niño de un tema que le resultaba perturbador de su pensamiento, como dice Bomaire, le liberó energía para penetrar en el mundo de la lectura.
¿A dónde llevan la imaginación de un niño los diferentes estímulos? Esta es una pregunta que nos puede llevar a cambiar la forma de enseñar, para que a los niños les resulte más fácil y motivante aprender. Si los estímulos y la actitud de quien enseña es vinculante y le da seguridad al niño, el camino se hará menos difícil.
"¿A dónde llevan la imaginación de un niño los diferentes estímulos? Esta pregunta puede llevar a cambiar la forma de enseñar".
Autora: Neva Milicic
Fuente: elmercurio.com