jueves, 31 de agosto de 2017

ARTÍCULO. VALOR DEL MES SENTIDO DE PERTENENCIA

REVISTA HACER FAMILIA
Escrito por María Ester Roblero / Nº 249 /  03 August 2017 

Cuando vemos que adolescentes destruyen sus propios colegios durante una toma, o rayan monumentos patrimoniales y rompen paraderos de buses en medio de manifestaciones en la calle, queda en evidencia su falta de sentido de pertenencia a espacios que debieran reconocer como propios: su escuela, su ciudad, su país.
Sin embargo, es importante ir a las causas y entender qué ha fallado al intentar inculcar este importante valor en ellos. El sentido de pertenencia está íntimamente relacionado con la identidad (quién soy y de dónde vengo) y con la autoestima (me siento orgulloso de quién soy y de dónde vengo). Y por esto, el sentir que “no se pertenece” o peor aún, rabia en vez de arraigo, son males que nos urgen a reflexionar como padres, familia extendida, barrios y nación, en torno a este valor que cobra cada vez más importancia en un mundo globalizado e individualista.

EL SENTIDO DE PERTENENCIA COMO VALOR

Una hermosa reflexión en torno a la familia dice que ésta nos da identidad y nos instala en la realidad. Nos da identidad a través de nuestro nombre y al conectarnos con nuestras raíces, con la historia de nuestros padres, abuelos y antepasados, con los lugares en donde ellos vivieron y los oficios que desempeñaron. Y nos instala en la realidad paulatinamente, enseñándonos a movernos dentro de todos los espacios que habitamos, con sus cosas buenas y malas, mostrándonos lo bello y también los peligros.
Muy conectado a lo anterior aparece el valor de “pertenencia”, que apunta a un tipo de amor y respeto, cuidado y servicio, por aquello que reconocemos importante para nuestra identidad y arraigo. ¿Por qué es un valor? Porque es un hábito que se aprende y se imita y que al ejercitarlo, repetirlo y vivirlo se transforma en algo valioso para nuestro carácter y para nuestro entorno; enriquece la convivencia y mejora la vida social.

QUÉ HABILIDADES SE DEBEN DESARROLLAR: 
• La empatía: Saber ponerse en el lugar del otro, entender cómo piensa y respetar cómo siente. El sentido de pertenencia hace posible que surjan vínculos fuertes entre las personas, la lealtad y la capacidad de resolver conflictos de modo sano y positivo.

• La reciprocidad: Reconocer que recibimos y a la vez podemos entregar. Conocer la historia de una familia, un colegio, un barrio, una ciudad, permite entender los que otros hicieron para construirlas y lo que podemos hacer ahora por continuar con esa construcción.

• La generosidad: Entender que convivir implica mucha veces entregarse por la felicidad de los demás. En todo grupo humano al que pertenecemos el espíritu de servicio es fundamental para el bienestar y la felicidad de todos.

¿CÓMO SE ENSEÑA EL VALOR DE LA PERTENENCIA?

A los niños pequeños:
Desde que nacen, el apego tiene entre sus múltiples expresiones el ser capaces de transmitirles que estamos cerca para acogerlos, contenerlos, cuidarlos. Detrás de algo tan sencillo como cantarle la misma canción de cuna que nos cantaba nuestra madre estamos cultivando el valor de la pertenencia.
Desde muy pequeños podemos integrarlos a nuestra cultura familiar: haciéndolos partícipes de nuestro gusto por la música, el deporte, la naturaleza.
Mostrándole fotos y contándole historias de sus abuelos y bis abuelos. Integrándolos a la familia extensa.
Celebrando fiestas nacionales, religiosas y ritos familiares. Así les transmitimos nuestras creencias y valores.
Enseñándoles a cuidar nuestra casa y a compartir encargos apenas puedan.


A medida que crecen:
Saliendo de casa con ellos no solo para entretenerse y tomar aire, sino para que conozcan sus entornos, yendo cada vez más lejos: la casa de los abuelos, la plaza, el zoológico, el centro de la ciudad… Y contándoles historias de cada lugar y sus convenciones, como hacer una fila, pagar un boleto, usar los basureros…
Asignándoles encargos en la casa para que sepan que mantener la limpieza y el orden son tarea de todos. Pero además, para que entiendan los ritos familiares, como comer y tener ropa limpia, como un servicio que se hacen todos los miembros de la familia entre ellos.
Enseñándoles a amar sus escuelas y su barrio, y lo que hay en ellas. Tenemos que ser coherentes con lo que hacemos y decidimos al respecto, dando el ejemplo en acciones y palabras.


En la pre adolescencia y adolescencia:
Permitiéndoles y fomentando que asuman mayor protagonismo en actividades de sus escuelas y barrios, ya sea de voluntariado, deportivo o artístico.
Cultivando las conversaciones de sobremesa, para hablar del barrio y el país, de deporte y cine, de música…, todo esto les permite expresar sus posturas éticas y críticas y desarrollar habilidades de pensamiento para interpretar la realidad.
Comentando con ellos las noticias y la actualidad, con altura de miras, pensando siempre que si les transmitimos solo críticas es casi imposible que de frutos el valor de la pertenencia.


Algunas ideas:
• Siempre permitir que los alumnos elaboren proyectos y enseñarles a presentarlos y defenderlos.
• Asignarles encargos dentro de la escuela que no tengan que ver directamente con la vida académica: cuidar una huerta a los más chicos, organizar trabajos sociales a los más grandes.
• Generar espacios de discusión dentro la escuela: video debates, seminarios, charlas…, donde ellos puedan expresar sus ideas y sentir que su opinión es válida por el hecho de formar parte de esa comunidad.
• Celebrar ritos y saber transmitir la memoria colectiva de la escuela, contando su historia, invitando ex alumnos, editando sencillos medios de comunicación, etc.


Continúe leyendo aquí el artículo de Revista hacerfamilia