Estimada familia mercedaria:
En la víspera de la celebración de los 799 años de fundación de nuestra Orden, los saludo en la alegría de conmemorar un año más de nuestra presencia en la Iglesia y el mundo.
La mirada se dirige a ese día de 1218 en que nacía nuestra Orden, fruto del Espíritu y de la dócil disponibilidad de San Pedro Nolasco, ocasión sin duda en que se colocaban los fundamentos de lo que la Merced sería a lo largo de estos casi 800 años.
Raíces que nos hablan de la voluntad de la Virgen María de fundar esta Orden de religiosos y de la capacidad de reconocer dónde se encontraban los hermanos carentes de la dignidad más básica, la libertad.
Por esto creo interesante considerar en este día, que hacer memoria es tener ante sí el objeto o persona de recuerdo y decidir lo que se quiere hacer ante ese acontecimiento o persona. No olvidar significa comprometerse a realizar alguna acción que de cuenta que no se ha olvidado lo que se recuerda. No olvidar a alguien significa comprometerse a hacer algo por él o con él.
¿A qué nos compromete este aniversario 799?, ¿qué mirada dirigimos a ese día de 1218 que nos permita arriesgarnos hoy a ser herederos y artífices de ese legado?
Tiempo atrás leí una reflexión de un pensador francés que decía, respecto a la memoria de un pueblo, que la “…memoria es vida encarnada en grupos, cambiante, pendular entre el recuerdo y la amnesia, desatenta o más bien inconsciente de las deformaciones y manipulaciones, siempre aprovechable, actualizable, particular, mágica por su efectividad, sagrada”. Esa capacidad de “encarnarse”, de “aprovecharse” que tiene la memoria nos lleva a intentar responder a las preguntas anteriores con la confianza puesta en la certeza de reconocer que la obra de La Merced tiene su fundamento en el querer divino, en ser obra de Dios y especialmente de María; más allá de la respuesta de Nuestro Padre, la Orden de la Merced a lo largo de estos casi 800 años, ha sido sostenida y lo seguirá siendo por la Providencia de Dios, en el profundo amor de Dios por sus hijos: “… el Señor dijo: - He visto lo mucho que ha sufrido mi pueblo en Egipto de mano de sus opresores y he escuchado sus quejas pidiendo ayuda. Estoy consciente de su dolor” (Ex. 3,7)
Por lo anterior, creo que nos ayuda a responder el de qué forma nos compromete este aniversario, las palabras que el Santo Padre Francisco nos dirigiera a quienes participábamos en el último Capítulo General y a toda la Orden:
“Ciertamente, mucho hay que recordar, y nos hace bien recordar. Pero este recuerdo no debe limitarse a una exposición del pasado, sino que ha de ser un acto sereno y consciente que nos permita evaluar nuestros logros, sin olvidar nuestros límites y sobre todo, afrontar los desafíos que la humanidad nos plantea… Evocar qué movió a vuestros Padres y hacia dónde los dirigió, los compromete a seguir sus pasos. Ellos fueron capaces de quedarse como rehenes junto al pobre, al marginado, al descartado de la sociedad, para llevarle consuelo, sufriendo con él, completando en carne propia lo que falta a la pasión de Cristo. Y eso un día y otro, en perseverancia, en el silencio de una vida entregada libre y generosamente.”
Apreciados hermanos y hermanas, en esta sencilla misiva les deseo e imploro a Dios y a nuestra Madre redentora, que podamos seguir anunciando la liberación que nos regaló Cristo, con alegría y perseverancia, cada vez más cerca de Cristo que continúa padeciendo en el cautivo. Que nuestra mirada al día de fundación nos renueve en esa entrega libre y generosa que nos pidió el Papa Francisco.
En Cristo, un fraterno saludo.
Fr. Ricardo Basilio Morales Galindo, O. de M. Provincial