miércoles, 27 de julio de 2016

REPORTAJE: NEUROMITOS, LAS FALSAS CREENCIAS CIENTÍFICAS QUE HAN LLEGADO A LAS AULAS



El Centro de Investigación Avanzada en Educación (CIAE) de la Universidad de Chile publicó un reportaje en el que presenta algunos “neuromitos”: interpretaciones erróneas acerca de hechos neurocientíficos. Es decir, sobre la disciplina que estudia, entre otras cosas, qué y cómo aprende nuestro cerebro.

El CIAE retoma un estudio de la OCDE del año 2007, en el que estas ideas eran desmentidas y se llamaba a desacreditarlas. El problema de su difusión es “que impactan en educación. Muchas de estas ideas o mitos son tomados como conocimiento robusto cuando no lo son”, explica Pedro Maldonado, del Instituto de Neurociencia Biomédica y Centro de Neurociencia de la Memoria de la Universidad de Chile.
Según el CIAE, algunos de esos populares pero falsos neuromitos son:

1. Los estilos de aprendizaje: en los 60, se planteó que la actitud de un niño o niña frente al aprendizaje podía interactuar con el enfoque de enseñanza. O sea, que las personas procesarían la informan de distinta forma, a través de movimiento, imágenes o sonidos. Así, la clase podría adaptarse al estilo de cada estudiante para propiciar su aprendizaje.
Este planteamiento estaría detrás de “los estilos de aprendizaje”. Varios artículos científicos muestran sistemáticamente que no existe evidencia que demuestre que adecuar la clase según el estilo de aprendizaje de niños y niñas tiene efecto real.

2. El efecto Mozart: “escuchar música en ambientes relajados mejora la inteligencia de niños y niñas”. No existe evidencia para sostener este enunciado. Sí hay beneficios cognitivos al tocar un instrumento musical, como mejorar la comprensión en lenguaje o habilidades de atención y memoria. Pero nada sobre acordes doctos que estimulen el cerebro.


3. Las ventanas de oportunidad: se refiere a que la proliferación de conexiones neuronales sería clave durante los primeros años de vida. En base a ello, se ha desarrollado música, juegos y hasta aplicaciones especiales para estimular el cerebro en esa etapa, para que niños y niñas lleguen a la adultez con capacidades cognitivas superiores. Nuevamente, no hay evidencia científica entre ese proceso neurobiológico y el proceso de aprendizaje. Además, los procesos sensibles se dan en distintas etapas de desarrollo.

4. Usamos sólo el 10% de nuestro cerebro: es probable que este mito haya surgido a partir de un estudio del psicólogo conductista Karl Lashley, quien exploró el cerebro con impulsos eléctricos y al descubrir áreas que no reaccionaban al estímulo, habría concluido que éstas no tendrían función. Sin embargo, con técnicas de actividad eléctrica y metabólica, se observa que ante distintas conductas participa casi todo el cerebro. “Desde el punto de vista de la neurociencia efectivamente usamos un 100%”, sentencia Maldonado, de la Universidad de Chile.

Las formas en que sí aprendemos
Por otro lado, la Presidenta Ejecutiva de Educación 2020, Mirentxu Anaya, explica que sí hay evidencia sobre cuándo y cómo aprenden niños y niñas. Cinco contextos efectivos son:

1. Cuando nos conectamos con los intereses personales de niños, niñas y jóvenes.

2. Cuando lo aprendido se vincula con lo cotidiano y su experiencia de vida.

3. Cuando el conocimiento es aplicado en la realidad concreta de su entorno, de sus barrios.

4. Cuando niños y niñas son capaces de enseñar lo que saben a otras personas o de verbalizarlo públicamente.

5. Cuando se incorpora el juego y la participación activa y proactiva de los y las estudiantes.


Lamentablemente, señala Anaya, “hoy las salas de clases tienen profes de pie dictando materia y propiciando la memorización, lo que no promueve el aprendizaje. Estas cinco dimensiones sí logran resultados, porque mantienen a niños y niñas aprendiendo con ganas, entusiasmo e interés”.

Fuente: educación2020