Con la Semana Santa estamos tocando el corazón mismo de Dios que a través de su único Hijo nos redime, nos salva, nos libera, nos saca de las oscuras ciénagas del pecado, de la muerte y del mal. Abrámosle el corazón, la vida misma para que ese amor redentor de Jesús, esa donación sin límites y de valor infinito, nos ayude a abrazar su cruz y a ofrecer nuevamente la vida de cada uno, para que la victoria de Jesús sobre el pecado y la muerte, sea también para cada uno de nosotros y para el mundo una renovada Pascua.
Fuente: mercedarios.cl
Junto a la cruz de Jesús estaban su madre, la hermana de su madre, María la mujer de Cleofás y María magdalena. Jesús al ver a su madre y junto a ella al discípulo a quien tanto quería, dijo a su madre:
-Mujer, ahí tienes a tu hijo.
Después dijo al discípulo;
-Ahí tienes a tu madre
Y desde aquel momento, el discípulo la recibió como suya
Jn 19, 25-27