"Tienen más posibilidad de emprender, son más felices en su trabajo, los promueven con mayor frecuencia, tienen mejor salud, son más resilientes y tienen mejor humor, se estresan menos y tienen un mayor nivel de bienestar general". Estas son solo algunas de las cualidades que enumera James Kaufman para definir a las personas creativas.
Profesor de Psicología Educacional de la Universidad de Connecticut (EE.UU.) y autor de varios libros sobre cómo cultivar la creatividad en la sala de clases, el experto sostiene también que no todo es tan fácil para los creativos. Serlo requiere "conocimiento de un dominio, experiencia, perseverancia, una buena dosis de tenacidad para luchar contra la resistencia a sus ideas y defenderlas, y también un ambiente que favorezca la expresión de su creatividad".
Es ahí donde los profesores pueden jugar un rol crucial, plantea Kaufman, quien estuvo en Chile invitado al Seminario Internacional "Desarrollos recientes en la psicología de la creatividad", organizado por la Escuela de Psicología y el Centro de Innovación de la U. Católica, en el marco del proyecto Fondecyt sobre diferencias individuales en atención y metacognición.
"Hay pequeños cambios que se pueden hacer en la sala de clases para fomentar la creatividad de los alumnos sin ir en contra del currículum ni hacer grandes cambios en la forma de enseñar", dice Kaufman a "El Mercurio".
Sugiere, por ejemplo, que si un alumno entrega una solución al problema de matemáticas que se está enseñando, "lo felicites y luego preguntes al resto de la clase si a alguien más se le ocurre alguna otra forma de resolver este problema".
Las evaluaciones son otra instancia donde el profesor puede incentivar el pensamiento divergente de los alumnos, al mismo tiempo que su conocimiento sobre la materia. "Supongamos que vas a hacer una prueba sobre "El Quijote". Antes puedes hacer una lluvia de ideas, donde sean lo alumnos quienes propongan libremente preguntas para un ensayo sobre la obra. Después eliges las mejores y con eso haces la prueba. Esto, además de ser entretenido para ellos, los hace involucrarse más con la materia".
"Dar opciones incentiva la creatividad", agrega. En una prueba o ejercicio en clases, en vez de que todos respondan a la misma pregunta, se les puede ofrecer que elijan entre alternativas de pregunta distintas. Otro ejercicio interesante, señala, es pedirles que escriban una página de la novela que se está evaluando. "Suena fácil, pero debes conocer el libro realmente bien y una página bien escrita muestra que realmente lo entendiste".
Hacer saber a los alumnos que su creatividad en la clase o en sus tareas será considerada también los dispone a dejar que su expresión fluya.
Un ambiente que incentiva la creatividad, dice Kaufman, redunda en estudiantes más involucrados y motivados con su aprendizaje. "Y esa motivación intrínseca mejora los logros académicos y viceversa".
Pero, advierte, tal como la creatividad se puede incentivar, también se puede liquidar. Realizar competencias de creatividad o premiarla con notas, señala, "puede destruir la creatividad de algunos alumnos, especialmente de las niñas. El riesgo es que la motivación cambia desde hacer algo porque les gusta, a hacer algo porque van a obtener una recompensa".
Fuente: economíaynegocio.cl