UNOS DATOS BÁSICOS
Pedro Armengol nació en Guardia dels Prats, Tarragona, España, en pleno siglo trece. Llevó una infancia tranquila aunque sufrió la pérdida de su madre siendo todavía muy pequeño. Es comprensible que esta ausencia de madre en una edad tan importante para la formación de los niños, haya influido en su desarrollo futuro.
Recién entrada la edad juvenil Pedro se sintió atraído por una vida desordenada, que le llevó a abandonar su familia. Como el mal nunca está solo, se unió a otros que se dedicaban a asaltar, robar y matar en los caminos.
Se hizo miembro de una banda de bandoleros.
Sembró el terror en ciudades y poblados. Su desordenada vida toca fondo, cuando es apresado por los responsables del orden público. Más penoso fue este episodio cuando descubre que su propio padre iba a cargo de las fuerzas policiales. Sometido a juicio fue finalmente indultado por gracia del rey.
Después de varias solicitudes logró ser admitido en la Orden de la Merced, cuya misión apostólica y caritativa llamó poderosamente la atención de Pedro Armengol, como era la liberación de cautivos.
UN CAMBIO RADICAL DE VIDA
El hombre siempre puede producir un cambio en su vida, si honestamente reconoce haber equivocado el camino. Es lo que hizo Pedro Armengol. Cuando se vio privado de la libertad, tan mal empleada hasta entonces, se propuso realizar un cambio radical de su vida. Se dio cuenta que no podía seguir en su mala vida. El ser detenido por las fuerzas de orden significó un duro golpe y Pedro lo aprovechó para revisarse, para tomar conciencia de su proceder; recién ahora pudo asumir su realidad de asaltante y bandolero. Por su mente desfilaron las víctimas de sus fechorías, se dio cuenta que había obrado muy mal y que ese trozo de su vida juvenil estaba marcado por el pecado.
Es en esta situación de necesidad que descubre el valor de la fe en Cristo. Sintió como nunca antes que el amor de Jesús tenía plena vigencia en su vida personal. Se sintió como el que estaba perdido y había sido encontrado por el amor compasivo del Maestro de Nazaret. Se reconoció como la oveja perdida y encontrada por el buen Pastor. Entonces pedro emprende un camino nuevo, sintiéndose profundamente amado por el Señor, con una confianza que antes no tenía, con un deseo de emprender cosas grandes.
EN LA ORDEN DE LA MERCED ENCONTRÓ UNA RESPUESTA
La alegría que tuvo Pedro Armengol cuando el maestre y ante la comunidad de frailes mercedarios acogió sus votos de pobreza, castidad y obediencia mediante los cuales se comprometía a seguir a Cristo pobre, casto y obediente. Era como para no creerlo, si sólo hace tan poco tiempo andaba en otros caminos distintos al que ahora abrazaba. Concluida la sencilla ceremonia el maestre le señaló que quedaba integrado a la comunidad y sería considerado para el ejercicio de la redención de cautivos. Así Pedro Armengol se convirtió en religioso seguidor de Cristo Redentor. Su gran anhelo era ser redentor como Jesús. Y eso era lo que la Orden de la Merced le ofrecía como una preciosa llamada y no menos exigente misión de caridad.
Tuvo muchas ocasiones para vivir a fondo a fondo el compromiso redentor como mercedario. Se entregó con suma generosidad al servicio de los cautivos. En una ocasión debió quedarse en la prisión junto a los cautivos porque se agotó el dinero del rescate.
<como no llegara el rescate en el tiempo establecido, decidieron colgarlo de un árbol. Cuando ya lo creían muerto, se encontraron con la sorpresa que estaba vivo. Este hecho fue considerado un milagro de la Virgen Santísima en favor de Pedro Armengol. Por esta razón se le reconoce como mártir
Fuente: Agenda estudiante mercedario 1999