martes, 12 de enero de 2016

AMANDA CÉSPEDES: LAS TECNOLOGÍAS DIGITALES ESTÁN CAMBIANDO EL CEREBRO Y LA MENTE DE LOS CHICOS

Para esta destacada neurosiquiatra infantil, todo tiempo pretecnológico fue mejor, asegura que la tecnología digital ha calado en nuestros hogares y relaciones sociales, afectando las habilidades para relacionarnos y reduciendo el tiempo para compartir frente a frente. En esta entrevista conoceremos puntualmente cómo impacta en el desarrollo de los niños y adolescentes.
 
Es cotidiano ver a los niños y adolescentes pasar horas frente a una tableta o smartphone, seducidos y ajenos al mundo “real”. ¿Afecta este hábito su crecimiento intelectual y afectivo? Amanda Céspedes, neurosiquiatra infantil, asegura que es un asunto complejo, y más aún antes de los 10 años, etapa en la que se están “desarrollando velozmente las diversas funciones cerebrales al servicio de la comunicación interpersonal. Las tecnologías digitales están cambiando el cerebro y la mente de los chicos”. 
 
¿Cuándo hablamos de “uso excesivo” de dispositivos digitales en los niños y adolescentes?
—Yo soy muy drástica: Antes de los cinco años, los niños no deberían emplear
dispositivos digitales como medio de entretención y/o de comunicación. Entre los 6 y los 12 años, el empleo de dispositivos (tabletas, smartphones, etc.) debería ser menor a dos horas por día, sumando entretención y trabajo escolar. En adolescentes, estar conectados a redes sociales no debería superar las tres horas por día y, en lo posible, parceladas.
 
¿Qué impacto tiene la edad en la que los niños comienzan a usar las tecnologías digitales?
 
—Mientras más temprano se inician los niños en el uso de tecnologías digitales, menos se desarrollan habilidades sociales tales como la capacidad de leer la mente del otro a través de la mirada, la lectura de claves no verbales, la pragmática (adecuar con rapidez la conducta al contexto), la empatía y la atención espacial (recoger velozmente datos del contexto). Disminuye el empleo de reglas sociolingüísticas (dar las gracias, pedir permiso, sonreír) y se privilegia el contacto social fugaz. 
 
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