miércoles, 25 de octubre de 2017

ARTÍCULO: PENSAMIENTO CRÍTICO: EMPODERANDO A LOS ESTUDIANTES PARA EL SIGLO XXI

Los estudiantes reciben de manera constante información proveniente de todas partes y en grandes cantidades, por lo que es necesario que tengan las herramientas para analizar todo lo que pueden acceder.

En ese contexto, la misión que tiene la escuela no es tanto enseñar contenido especializado de las asignaturas, sino asegurarse que el estudiante sea autónomo intelectualmente para enfrentarse a cualquier contexto. Esto se puede lograr desarrollando destrezas complejas como el pensamiento crítico.


Esta competencia permite desarrollar la capacidad para identificar argumentos y supuestos, reconocer relaciones importantes, realizar inferencias correctas, evaluar la evidencia y deducir conclusiones.


PERO, ¿QUÉ ES EL PENSAMIENTO CRÍTICO? 

El pensamiento crítico no es lo mismo que un debate desinformado o una opinión. Junto con la creatividad, el pensamiento crítico es una competencia que potencia la interacción social. además, nos ayuda a tomar decisiones y resolver los problemas complejos conocidos y aquellos que deberán resolver en el futuro los estudiantes. En ese sentido, entendemos al pensamiento crítico como el juicio auto regulado y con propósito que da como resultado la interpretación, análisis, evaluación e inferencia, como también la explicación de las consideraciones de evidencia,
conceptuales, metodológicas, criteriológicas o contextuales en las cuales se basa ese juicio.


APLICANDO EN EL AULA

¿Cómo desarrollar el pensamiento crítico en la sala de clases? a continuación, te entregamos algunos lineamientos.

  • Crea un aula que promueva valores como la verdad, mentalidad abierta, empatía, racionalidad, autonomía y autocrítica. 
  • Promueve un ambiente donde el estudiante pueda descubrir y explorar sus propias creencias, expresar libremente sus sentimientos y comunicar sus opiniones.
  • Explica los propósitos, la metodología y las formas de
    evaluación de los objetivos de aprendizaje antes de comenzar las clases.
  • Fomenta el debate en voz alta para que los estudiantes tomen confianza en su capacidad de razonamiento. 
  • Expón menos y da más espacio al pensamiento.
  • Enseña a leer, analizar y procesar la información en lugar de hacerlo por ellos.
  • Presenta temas complejos con sus conceptos y posibles problemas a resolver.
  • Pregunta frecuentemente por las dimensiones de su pensamiento: su propósito, evidencia, razones, datos, afirmaciones, creencias, interpretaciones, deducciones, conclusiones, implicancias y consecuencias de su pensamiento.
  • Fortalece los puntos de vista ofreciendo la palabra a quienes no levantan la mano y pidiendo a los demás sintetizar lo que dicen.
  • Entrega retroalimentación.
  • Usa ejemplos concretos con situaciones que resulten familiares.
  • Favorece las actividades en grupos pequeños con tareas y tiempos específicos.
  • Realiza metacognición preguntando a los estudiantes qué pensaron, qué hicieron, qué problemas surgieron, cómo los resolvieron y cómo aprendieron.
  • Fomenta constantemente las preguntas en el transcurso de la clase.
  • Incentiva que los estudiantes comuniquen su razonamiento y conclusiones finales.
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