viernes, 27 de julio de 2018

OPINIÓN


Juan Enrique Guarachi - Fundación Belén Educa

DE LA DESCONFIANZA AL ENCUENTRO

¿Cómo alcanzar los equilibrios en nuestra convivencia, como ciudadanos, especialmente en los liceos, colegios y escuelas? Nuestros padres y abuelos decían: "la letra con sangre entra". La manera de convivir se sostenía verticalmente y el más fuerte ponía las reglas: el padre sobre el hijo, el profesor sobre el estudiante, el comerciante sobre el cliente, el sacerdote ante el penitente. En consecuencia, se producían abusos de poder expresados, en ocasiones, en actos repudiables ejecutados en niños o en los más vulnerables, y que hoy los estamos denunciando con todo el rigor de la ley. A buena hora.

Pero el péndulo se ha ido desplazando hacia el otro extremo. Los individuos están tomando la ley en sus manos. Expresan su indignación por años de sometimiento, ocupando las redes sociales. Hemos sido testigos de jarronazos de agua lanzado a la autoridad; de interrupción de sesiones parlamentarias por grupos violentos; de apoderados incluso estudiantes, golpeando a profesores y directores de escuelas. Es una carga de violencia más allá del límite. Y lo que merece mucha atención es que hoy los padres prefieren ser amigos de sus hijos, que ser los papás que fijan límites, que están cerca, que orientan. Lo mismo suceden con muchos docentes, que tienen miedo de ser mal interpretados, de ser acusados, y por tanto no están dispuestos comprometerse afectivamente en el desarrollo humano, emocional, espiritual, para formar integralmente a sus estudiantes, y sólo se centran en lo cognitivo. Sabemos a ciencia cierta que la magia del aprendizaje se logra en la relación de lo cognitivo con lo socioemocional.
Cada vez nos alejamos más de aquella oportunidad, que muchos hemos tenido, de contar con ese papá o mamá , con ese profesor o sacerdote, que transformó nuestras vidas en seres con profunda humanidad, con valores y principios.

Los extremos generan las desconfianzas. Se rompen los afectos, se reprimen las emociones, las cercanías. Como sociedad, nos merecemos transformar la cultura en un ambiente armónico, para prepararnos a la escucha y a la tolerancia, disponibles a acoger genuinamente la solicitud de perdón del otro, para producir los encuentros y que tenga el mayor de los sentidos la buena convivencia entre los que conformamos este hermoso país.

Fuente: La Segunda, 25 julio 2018