miércoles, 29 de octubre de 2014

ARTÍCULO: LA MARIHUANA Y NUEVOS HALLAZGOS

En esta columna, el psiquiatra infanto juvenil y relator de grupoEducar, Sergio Canals, revela que el consumo recreacional de uno o dos “pitos” a la semana, por 2 o 3 meses, bastan para modificar negativamente en estructura y forma importantes zonas del cerebro, como las que regulan el placer y el mundo emocional de cada persona. Asegura que la única medida de prevención efectiva sería enseñar, al igual que con el cigarrillo, desde pequeño a los niños que su uso daña el desarrollo físico y psicológico. 


Por Sergio Canals, psiquiatra infanto juvenil.

El último estudio del Senda, mostró un alarmante aumento de su consumo desde los 12 años, relacionado con un incremento de su “validación social”, de la facilidad de acceso y una disminución de la “percepción de riesgo. Es decir, se ha comenzado a instalar socioculturalmente la creencia de que su consumo no es perjudicial y que, más aún, sería beneficioso para el organismo por ser la cannabis un producto natural (“droga blanda”) y de alguna manera “ecológico”. 
Veamos algunas realidades al respecto:  
- En la actual clasificación de las Enfermedades Mentales de Estados Unidos (DSM V), en su capítulo sobre Desórdenes Adictivos y por uso de Drogas, aparecen los desórdenes por el uso de cannabis, donde se reconocen sus características adictivas y su impacto por el consumo y abuso en la vida cotidiana y sociolaboral, destacando el “síndrome amotivacional” (falta de motivación), que se reflejaría en un pobre rendimiento recreacional, laboral y educativo.
- La marihuana de hoy, manipulada genéticamente, es 3 a 4 veces más adictiva que la de los años 70 por su mayor concentración de THC (químico activo que “vuela”), demorándose un “pito” en metabolizarse el 100% más allá de un mes.
Después de un uso y abuso regular de alrededor de 3 a 5 años (y aún menos), dependiendo de los factores de riesgo y protectores, entre un 10 a un 17% podría enfermar de adicción. 
Además, el estudio de la doctora Jodi Gilman, publicado en el “Journal de Neurosciencie” en 2014, mostró que el consumo recreacional de uno o dos “pitos” a la semana, por 2 o 3 meses, bastan para modificar negativamente en estructura y forma las zonas que controlan el manejo de la búsqueda de la recompensa placentera, junto a las áreas que regulan el mundo emocional (amígdala y núcleo accumbens).
El año 2012 en Australia se comprobaron los daños a largo plazo en las zonas de memoria y aprendizaje en consumidores precoces durante la adolescencia (doctor Marc Seal).
En tanto, la doctora Staci Gruber, quien es profesora de psiquiatría de la Universidad de Harvard, señaló que de acuerdo a sus últimas investigaciones: (…) “La exposición (a la marihuana) durante un período de vulnerabilidad en el desarrollo (…), con consumo regular antes de los 16 años, está asociada a una mayor dificultad en la tareas que requieren juicio, planeación y la función inhibitoria”. Esto muestra el daño actual y futuro en las zonas prefrontales del cerebro.
El Colegio de Psiquiatría inglés en su documento de educación pública del año 2011, advierte del doble de probabilidades de accidentarse conduciendo bajo los efectos de la marihuana, y que el consumo antes de los 15 años de edad aumenta cuatro veces más la posibilidad de tener una enfermedad psicótica antes de los 26 (incluida la esquizofrenia), junto a un aumento de las probabilidades de sufrir cuadros depresivos.
En síntesis, y de acuerdo con estos investigadores, la marihuana no es droga “blanda”, sino sólo ilícita, no debería ser consumida especialmente antes de los 18 años y sus uso debe ser prevenido al igual como el del cigarrillo y el alcohol desde la temprana infancia en familias y colegios.
 
Fuente: grupoEducar