jueves, 11 de junio de 2015

ARTÍCULO: Condiciones para contribuir armonía en el aula

¿Es fácil instalar en el aula una corriente afectiva que contribuye a la Armonía Emocional? Llevar la armonía emocional al interior del aula es todo un desafío, que obliga al maestro, en primer lugar, a romper con muchos de sus bastiones de certeza relativos al enseñar, pero también le obliga a revisar su propia vida, sus sistemas de creencias, su propio bienestar y autocuidados, su vocación. Y le invita a atreverse a transgredir, a romper ese viejo - y estéril - concepto de aula "donde se dicta una clase" a niños que han de dejar en algún rincón sus emociones para disponerse a aprender "desde lo cognitivo".

Es por tanto, un enorme desafío, muy difícil de aceptar, de iniciar y de sostener en el tiempo. Sin embargo, afrontarlo trae consigo efectos sorprendentes y beneficiosos.
 
¿Qué condiciones precisa poseer el profesor para contribuir a la armonía emocional propia y de sus alumnos al interior del aula?
 
El maestro precisa de vocación, de la armoniosa convivencia entre conocimiento y arte y de sentido y propósito existencial.
La vocación es el deseo sincero de enriquecer a sus alumnos, dotándolos de herramientas para la vida; requiere saber de niños, de su desarrollo, sus necesidades emocionales, sus vulnerabilidades; debe poseer el arte de la docencia, que está más bien lejos de la técnica y más cercano a la intuición, que guía y da sentido a la didáctica. Pero, por sobre todo, debe poseer la certeza de que todo en la vida tiene un propósito, que la existencia se lleva a cabo en una urdimbre energética en la cual se van instalando hechos, circunstancias que son como los diseños de ese tejido, unidos entre sí, plenos de sentido, muy ajenos a lo que la sociedad parece indicar.
Cuando un maestro posee ese sentido de propósito, rompe con lo aparente,
que es "instruir" a los alumnos, para instalarse en la dimensión de acompañar a descubrir.
 
Fuente: Revista educación y neurociencias Calpe&Abyla