martes, 16 de junio de 2015

ARTÍCULO: FRÍO EN LA SALA DE CLASES

 
 
“¿Existe una norma que establezca como derecho la calefacción en la sala de clases, cuando hace frío?”. Una mamá de La Araucanía nos escribió para saber. Su duda tiene fundamento. Existen condiciones mínimas para el aprendizaje, por ejemplo, que las necesidades de alimentación, seguridad y abrigo estén satisfechas. Sólo así se activan los procesos cognitivos – como pensamiento, atención y memoria – que requieren el aprendizaje y la enseñanza.
 
¿Qué dice la normativa vigente?

Temperatura: 
Según el Decreto 548, de 1989, los espacios ocupados por estudiantes, salvo baños y patios, deben contar con 15º C en educación parvularia y hogares estudiantiles y con 12º C en las aulas de educación básica y media. Como referencia, Unesco indica que sobre los 19º C es un ambiente “muy caluroso” y bajo los 7º C, “muy frío”. Un espacio templado varía entre los 12 y 17 grados.


Calefacción
: ¿Qué pasa si la sala no logra esta temperatura ideal? El Decreto 548 señala que ésta “deberá lograrse mediante estrategias pasivas, de lo contrario, con sistemas de calefacción, que posean ductos de evacuación de gases al exterior y protecciones para evitar quemaduras”. Es decir, estufas o calefactores, suministrados por el sostenedor. Unesco recomienda implementar calefacción en cada colegio que lo requiera, salvo en la zona norte cálida del país (entre Arica y Los Vilos).
Iluminación
: Otra condición mínima es la iluminación de la sala de clases. El Decreto 548 establece que todas contarán con ventanas que aseguren la luz natural, para alcanzar, mínimo, 180 lux en la cubierta de la mesa de niños, niñas y jóvenes. Esta medida puede complementarse con luz artificial. Como referencia, Unesco recomienda 100 lux para los pasillos, 600 lux para una biblioteca y 250 lux para una sala de clases.


¿Es suficiente el Decreto 548 para garantizar las condiciones mínimas de aprendizaje?

“Si comparamos nuestra normativa con la de otros países con iguales condiciones climáticas, nos encontramos muy distantes de lo que realmente se necesita”, explica Michelle Olgui, psicopedagoga del Centro de Liderazgo Educativo de Educación 2020. Y agrega: “con 12°C el cuerpo se dispone en modo de conservación y es mucho más difícil poner atención o escribir. Por otro lado, si las estufas de las salas no son eléctricas, se consume el oxígeno y da sensación de somnolencia”.
 

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