Mucho se ha hablado del buen trato infantil y de la autoridad positiva. Sin embargo, hay muchos padres que continúan educando a gritos a sus hijos. Los gritos no sirven de nada en la crianza. Responden más bien a un impulso para liberar alguna emoción intensa. Son una descarga para quien los dice, pero no son constructivos, ya que habitualmente vienen acompañados de descalificaciones, insultos, generalizaciones y hacen daño.
Lamentablemente cada vez es más frecuente observar cómo algunos padres están educando a gritos a sus hijos. Se puede ver esta conducta en lugares públicos como supermercados, parques, playas y también en lugares más íntimos como el hogar: “¡Te dije que no le pegues a tu hermano!!!!” “Te he dicho mil veces que no te apartes de mi lado en el supermercado!” Ambas instrucciones están bien en contenido; sin embargo, es el cómo se dice lo cuestionable y por eso, esta columna es un espacio para reflexionar sobre este tema tan cotidiano.
Continúe leyendo aquí el artículo de Revista HACERFAMILIA